A Kobe

Todavía me parece increíble que no estés entre nosotros, imaginate cuando me enteré que ya pasaron 365 días. Ese accidente fue un antes y un después en la vida de muchos de nosotros que amamos el deporte que jugaste. Cuando te fuiste recién empezaba esta enfermedad que nos está atacando a todos, pero no te preocupes porque algunos aprendimos de vos y le estamos dando con una defensa muy dura.

Tal vez no me creerías si te dijera que en un punto hasta se suspendió la temporada de la NBA. Pero igual volvió con algunas de las reglas más extrañas que vi en mi vida. Todos los equipos que tenían chances de jugar los Playoffs se fueron a Orlando donde los pusieron en tres hoteles y solo salían para jugar los partidos. Todos los jugadores encerrados en un solo lugar, jugándose la vida en cada partido, te hubiera encantado estar ahí. Pudimos ver quien de verdad tenía Mamba Mentality.

Ahora a lo que te importa: Si, LeBron cumplió su parte. Los Ángeles Lakers fueron campeones, igualando la cantidad de campeonatos que tienen los Boston Celtics. El Rey y Anthony Davies dieron un verdadero espectáculo, y tu compañero Dwight Howard, que personalmente elegiste para volver al equipo, se puso el rol de veterano al hombro, hubieras estado orgulloso de su evolución, es muy merecido su primer anillo. Y no me voy a olvidar de lo que pasó del otro lado porque las finales las jugaron contra Miami Heat, si, los Heat. Yo también me sorprendí. Pero Jimmy Butler dio una masterclass de básquet, en una actuación digna de ser comparada con vos o hasta Jordan. Igual, al final del día, todos sabíamos a donde tenía que ir ese anillo, todos queríamos que los Lakers sumen uno más en tu honor.

Otra temporada ya empezó y todo el mundo está mirando a este deporte maravilloso, en parte gracias a vos. Muchos jugadores que usaban la 8 o la 24 se cambiaron el número en tu honor, retirándola en equipos donde nunca jugaste, y el grito de los pibes que intentan ese tiro que parece imposible sigue siendo "Kobe".

Tranquilo, tu legado sigue intacto.

Por Francisco Medina.